Tres de Donizetti
Saber dónde tocar los cuartetos de cuerda de Donizetti presenta un mayor desafío que explorar los tesoros imperecederos de su vasto catálogo de óperas, donde la posteridad ya ha establecido un orden jerárquico con Lucia di Lammermoor a la cabeza. Pero Donizetti fue más que un pionero del bel canto, y el Quartetto Delfico presenta nuevas grabaciones de tres de los ejemplos posteriores y más desarrollados de su maestría como compositor de música de cámara, que suenan tan seguros y distintivos como sus obras para escena.
El movimiento inicial del n.º 15 en fa mayor juega con la famosa melodía inicial de la Sinfonía nº 40 de Mozart (de forma muy similar a como lo hiciera Shostakóvich en el final de su Segundo Concierto para violín, un siglo y medio después), despojándola de ansiedad e infundiéndole una alegre alegría de vivir. Este alegre estado de ánimo se desborda en el lírico Andante. Haydn sin duda habría sonreído ante el ingenio de Donizetti al desarrollar el material del Minueto a partir de poco más que las cuerdas al aire del conjunto, y la introducción del final sorprende, digna del veterano maestro del cuarteto de cuerda, al virar inesperadamente a la menor y luego lanzarse con el drama visceral de un final de acto de una de sus tragedias operísticas.
Los números 17 y 18 son obras aún más sustanciales y convincentes a su manera, compuestas en 1825 y 1836 respectivamente; el primer movimiento del número 18 en mi menor se reutilizó posteriormente en la sinfonía inicial de Linda de Chamounix en 1842. Continúan refinando la inclinación haydniana de Donizetti hacia la economía de medios y la singularidad gestual. El primer movimiento del número 17 crea un drama conciso a partir de preguntas y respuestas temáticas, y su aparente tonalidad de re mayor se ve continuamente desmentida por la tensión y la tensión armónicas.
String Quartet No. 15 in F Major
00:00:00 I. Andante Allegro
00:06:49 II. Andante
00:10:07 III. Minuetto. Presto
00:13:35 IV. Largo – Allegro
String Quartet No. 17 in D Major
00:19:41 I. Allegro
00:29:31 II. Larghetto
00:33:06 III. Minuetto. Presto
00:36:30 IV. Allegro
String Quartet No 18 in E Minor
00:43:19 I. Allegro
00:54:29 II. Adagio
01:01:09 III. Minuetto. Presto
01:05:03 IV. Allegro giusto
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Gaetano Donizetti
Gaetano Donizetti (Bérgamo, actual Italia, 1797-id., 1848) fue un compositor italiano. Junto a Rossini y Bellini, Gaetano Donizetti conforma la tríada de compositores italianos que dominó la escena operística hasta la eclosión de Verdi. Representantes los tres de la corriente belcantista, Donizetti fue el más prolífico, con setenta y una óperas, escritas entre 1816 y 1844.
Quinto hijo de una modesta familia, fue admitido a los nueve años en las Lezioni Caritatevoli, una escuela gratuita de música destinada a formar coristas e instrumentistas para las funciones litúrgicas. Sus tempranas dotes musicales llamaron la atención del creador de dicha institución, el compositor alemán Simon Mayr, quien decidió tomarlo bajo su protección. Bajo su guía, y más tarde bajo la del padre Mattei (el maestro de Rossini) en Bolonia, Donizetti se inició en los secretos de la composición, escribiendo con increíble facilidad cuartetos de cuerda, sinfonías y su primera ópera, el intermezzo en un acto Pigmalione.
La ópera sería el género al que dedicaría sus mayores esfuerzos creativos. La primera oportunidad de darse a conocer en este campo le llegó en 1818 con Enrico di Borgogna, obra que, a pesar de su irregularidad, obtuvo una calurosa acogida. La madurez de su estilo, y con ella sus primeras obras maestras, llegaron en la década de 1830, con títulos como Anna Bolena, L'elisir d'amore, Maria Stuarda y Lucia di Lammermoor. Aclamado en toda Europa, su última gran creación, Don Pasquale, se dio a conocer en 1843 en París.
En sus últimos años, la salud del músico fue decayendo irremediablemente: internado en un manicomio en París y luego en su Bérgamo natal, murió allí prácticamente perdida la razón al parecer a causa de la sífilis terciaria. Aunque no toda su producción alcanza el mismo nivel de calidad, su música, al tiempo que permite el lucimiento de los cantantes, posee una incontestable fuerza dramática y un arrebatado lirismo que lo convierten en el más directo precursor del arte verdiano.